domingo, 6 de febrero de 2011

Vino hasta en la sopa


SABER DE VINO PARECE IMPRESCINDIBLE EN LAS RELACIONES SOCIALES | Un mundo en el que el descorchado se convierte en liturgia y la cata, en comunión. Le damos algunas claves para sobrevivir al furor por lo enológico.

Una comida de negocios muy importante. Su jefe está presente y también unos importantísimos clientes. Y le toca a usted --que no distingue un mosto de un riesling y que cree que la guía Parker es un catálogo de estilográficas-- tomar una de las más cruciales decisiones del encuentro: ¡Elegir el vino que regará esta cita fundamental para su carrera laboral!

Podría parecer una escena de comedia --de gran drama y mayor bochorno para el pobre responsable de elegir el caldo--, pero por desgracia, sucede a menudo en la vida real.

Y aunque el fervor desbocado por el mundo del vino sea un fenómeno reciente, por no hablar de sus aplicaciones cosméticas o de su matrimonio con arquitectos de renombre en los últimos años-- hablamos de un arte que se originó hace 8 mil años en las laderas del Cáucaso, que fue después ensalzado por las culturas clásicas, y que motivó versos y mitigó disputas.

Llámese "saber", "entender" o "controlar" de vino, lo cierto es que entre tanta parafernalia, etiqueta, decantador y demás vocabulario especializado, el atribulado profano en la materia puede llegar a sentirse condenado al ostracismo social.

Pero para este problema también hay una solución: un paseo por las librerías permitirá a quienes a la hora de elegir vino responden "huy, no sé, cualquiera" ofrecer una réplica de entendido que no provoque miradas displicentes del sumiller ni risitas sofocadas de los acompañantes.

Las siempre avispadas editoriales se han dado cuenta de que ahí afuera hay un público potencial interesado en ampliar su cultura enológica pero poco dispuesto a inscribirse en un máster o a dedicar unos años de su vida a viajar por los grandes viñedos del planeta.

GUÍAS DE SUPERVIVENCIA

A ellos están dirigidos libros como el recién aparecido "Saber de vino en tres horas" (Planeta), del periodista gastronómico Federico Oldenburg, quien ha escrito una "irreverente" guía rápida para convertirse en experto o, como dice el autor, "sobrevivir en este mundo".

"Siempre he pensado que el lenguaje y el conocimiento vinícola pecaban de grandilocuencia y pretensión. Se creó un lenguaje sólo apto para expertos y esnobs que deja a mucha gente fuera de un placer que todo el mundo puede disfrutar", explica a EFE el autor.

Oldenburg defiende la democratización del vino, la simplificación de las catas y del lenguaje que se emplea en éstas, "que también es tan críptico y absurdo que al final a nadie le dice nada".

Al fin y al cabo, decir que un vino huele "a cassis y a un cuchillo que acaba de cortar una manzana" es cuanto menos absurdo, más que nada porque ¿cuánta gente ha olido el cassis?", cuestiona el experto.

El secreto para salir airoso es, según Oldenburg, "tenerse fe", algo fundamental para poder decir aquello que uno cree y hacerle caso a los sentidos. De esta forma, "vas a estar más cerca que si sobreactúas", comenta.

Un truco infalible que ayudará al profano a salir del paso si la conversación sobre vino empieza a volverse peligrosamente profunda es "aprenderse 100 términos vinícolas o guardar en la manga armas como el tema de las variedades de uva", bromea el experto.

Aunque ya, más serio, puntualiza que "una cosa es defenderse y otra saber: para saber hace falta experiencia".

Oldenburg desmitifica algunos de los términos más utilizados como el famoso "maridaje" --el arte de combinar con destreza vinos y alimentos--, que propone abolir y sustituir por otros como "hermanamiento y asociación". Además, se trata de una práctica del todo subjetiva en la que "sobran las normas".

ENEMIGOS DEL VINO

No están de más, eso sí, unas pautas básicas: hay alimentos "enemigos" del vino como las alcachofas, el vinagre --y por extensión las ensaladas--, el ajo, el pimentón, la cebolla, el apio y en algunos casos el huevo. "Resultan catastróficos", dice el periodista.

Sin embargo, propone romper con tabúes como que las comidas muy especiadas o picantes son inapropiadas para el vino, y sugiere combinaciones para conquistar a los amigos, como el sushi japonés regado con blancos gallegos o combinar un curry indio con un tinto mediterráneo como el bobal o el monastrell.

Para quienes quieran dedicarle un poco más de tiempo al aprendizaje, digamos que una semanita en lugar de tres horas, la sumiller y periodista Meritxell Falgueras ha reunido en "Presume de vinos en 7 días" (Salsa Books) un "ABC de la enología para principiantes".

Otro clásico para acercarse al mundo del vino, esta vez un poco más en profundidad, es "Entender de vino", de Carlos Falcó (Martínez Roca), que entre otros muchos contenidos repasa la historia de la elaboración de caldos desde sus orígenes: datos anecdóticos que bien memorizados le harán quedar muy bien, por cierto.

Así, Falcó explica que los arqueólogos detectan que una cultura o zona fue productora de vino "cuando un yacimiento contiene un número suficientemente elevado de pepitas de uva", y que ya egipcios y cretenses conocían los secretos de la elaboración de esta bebida hace 4 mil años.

También cuenta este volumen que apenas había un remedio de Hipócrates, padre de la medicina, que no incluyese algún tipo de vino y recuerda cómo los españoles llevaron el cultivo de la vid a América, donde prosperó precisamente en los países con climas más parecidos al mediterráneo: Chile y América.

ETIQUETA Y ETIQUETAS

"Entender de vino" desglosa asimismo unas reglas básicas de cortesía a la hora de servir un vino que le harán quedar como un entendido ante sus invitados.

Mostrar la botella a los comensales para que puedan leer las etiquetas, abrir y decantar la botella ante ellos, servir el vino siempre por el lado derecho dejando al menos el 50 por ciento de la copa sin llenar (dos tercios de ésta en el caso de los grandes tintos y blancos) y no apoyar nunca el cuello de la botella sobre la copa

Además, un buen recurso a la hora de elegir un vino son las diferentes guías que se publican cada año: la Peñín, la Proensa, la Gourmets y por supuesto la que muchos consideran la biblia del asunto, pero que también tiene sus detractores: "The Wine Advocate", publicada por Robert Parker, a quien se considera el nombre más influyente en el escenario enológico.

Las siempre avispadas editoriales se han dado cuenta de que ahí afuera hay un público potencial interesado en ampliar su cultura enológica y un libro es una forma rápida y amena de hacerlo.



Un truco infalible que ayudará al profano a salir del paso si la conversación sobre vino empieza a volverse peligrosamente profunda es "aprenderse 100 términos vinícolas", dice Federico Oldenberg.



Para elegir un vino para una ocasión especial, las guías especializadas son un buen recurso.

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