jueves, 16 de junio de 2011

Vegetarianos. Gente que eligió vivir más

Se dio cuenta de que no tenía colmillos y se asustó. Pero le dio más miedo saber que tres de sus hermanos ya habían ido a dar al quirófano. En solo un mes todos cayeron por el mismo cuadro: apendicitis. Entones Nahim Jiménez pensó que el paso por la mesa de operaciones era cuestión de tiempo. Su decaimiento, el dolor de cabeza y ese cansancio constante eran la forma en que el cuerpo se lo estaba gritando: las salteñas, empanadas fritas y comidas grasosas que ingería ya lo habían afectado.


A los 31, Edson Óscar Crespo padecía gastritis. Se puso a leer y tomó conciencia de que no tenía colmillos; de que toda su dentadura estaba diseñada para moler más que para desgarrar. Lo dejó pensando el hecho de que los intestinos de los carnívoros sean mucho más cortos que los del humano, por lo tanto, eliminan las toxinas más rápidamente. Si a eso le añadimos lo que predica siempre el médico Hugo Heredia, de que la carne en realidad no se digiere, sino se pudre en el intestino, tenemos ya la suma de factores que llevó a Óscar a exclamar: “Me voy a hacer vegetariano”.


Se le rieron. Lo atribuyó a la ignorancia, porque había comprado libros y aprendió a cocinar. Pronto, su desayuno pasó de dos salteñas y un vaso de soda a un yogur con cereales. Conoce casi todos los restaurantes vegetarianos de la ciudad. “Vaya a Los Pozos, en el último piso. Hay otro en la Ayacucho, casi Vallegrande. Compre sus albóndigas de soya en la calle Quijarro, entre Bolívar y Arenales. También hay flan de cebada”. No puede ocultar su entusiasmo. Su hijita recién nacida será vegetariana.

HERMANOS MENORES
Las experiencias místicas de Rosa Montes de Oca todavía no se pueden contar en este reportaje. Ha peregrinado tres veces hasta un monasterio en Brasil. Allá aprendió a entrar en contacto consigo misma y a desarrollar su intuición. Sigue las enseñanzas de Trigueirinho, un líder espiritual que habla de la conciencia y del relacionamiento con otros planos de existencia. Rosa Montes de Oca se ha asomado a esos planos y dice que cualquiera que lleve una vida pura puede hacerlo. Esa vida pura implica, entre otros pasos, el vegetarianismo.

La vibración del reino vegetal es el mejor alimento para nuestra purificación física. Es el mejor alimento para que la gente no se comprometa más con la masacre de los animales. Todo producto animal refuerza el lado animal de nuestras células, según las enseñanzas de Trigueirinho.

Comiendo un huevo o queso, no se está directamente asesinando a un animal, pero se ingiere vibración animal que será parte de nuestras células. Las células que contienen vibración animal no pueden ser tan sensibles a las vibraciones sutiles como una célula que no está formada con elementos animales. No somos del reino animal, según Trigueirinho, porque aspiramos a formar parte del reino espiritual.
En ese monasterio se siembra lo que se come y cada visitante prepara sus comidas en silencio respetuoso, puesto que la comunicación se realiza en otro nivel.

LA COCCIÓN ALTERA TODO
Ni queso ni huevos. Tampoco peces. Así se puede definir a un vegetariano ‘total’ o vegano. Existen también los crudiveganos. Ellos no ingieren nada calentado. Mencionan la reacción de Maillard, que explica la transformación de los alimentos por la acción del calor. Esta reacción fue estudiada a principios del siglo pasado y hoy, según la Enciclopedia Birren de Gerontología, las sustancias resultantes del uso del calor son las causantes del alzhéimer y del infarto cerebral. Esa misma reacción es la responsable de ese color ‘marróncito’ que tiene el churrasco o cualquier otro alimento.


¿Y el agua? ¿Qué pasa si se calienta en el microondas? Como respuesta, el médico Karl Probst dibuja las dos moléculas de hidrógeno y la única de oxígeno que forman este líquido. Hay un ángulo específico entre estas moléculas en estado natural. Cuando se la somete al calor, este ángulo se altera y deja de ser aprovechable por el cuerpo.

El consumo de carne afecta también a los recién nacidos, según Probst. Las mamás carnívoras ocasionan que el 50% de los lactantes padezcan de alergias, eczemas y neurodermitis. Uno tras otro, deja caer argumentos contra el consumo de carne. “Un alcohólico sabe que tiene problemas por su adicción. Está más cerca de Dios que aquel que consume carne y no sabe que la tiene”, afirma.


Busca rápidamente en su biblioteca y extrae un libro. No es la Biblia ni el libro sobre el régimen alimenticio de Elena G. de White que leen y siguen los adventistas. Es una publicación de la Fundación Mundial del Cáncer y del Instituto Americano del Cáncer. Ahí se afirma que el 85% de los cánceres que se padecen en todo el mundo se debe al exceso de proteínas. La carne, obviamente, es proteína.


Otro argumento es el respeto a los ‘hermanos menores’, que son los animales. El sufrimiento en el matadero deja en la carne depósitos de adrenalina que es dañina para el cuerpo. “Es un asesinato. Además, la carne comienza a descomponerse a las seis horas”, afirma la hermana Heidi Zambrana. Cuando vivía en Miami, a mediados de los años 80, padecía de problemas circulatorios y del riñón. Conoció el mensaje de Génesis 1:29, donde se sugiere que toda planta que da semilla y todo árbol que da fruto “os serán para comer”.


Cambió su dieta y desde entonces pasaron 25 años sin visitar al médico. Tampoco consume lácteos porque favorecen la aparición de asma. El caso de Nancy Aramayo es curioso. Cuando comía carne, sangraba. Los filamentos se introducían entre los dientes y lastimaban sus encías. Hoy enseña a preparar platos vegetarianos en diferentes barrios.


“Estaría muerta si no fuera por esta comida”, cuenta Clementina Irahola, que administra un restaurante vegetariano en Los Pozos. Ni bien come carne o un poco de sal, se hincha. Su mala dieta dañó tanto uno de los riñones que fue necesario extirparlo. Juan Jiménez tomó la decisión de no comer carne hace más de 20 años. Si hoy intentara hacerlo, sentiría picazón. “Mi cuerpo la rechaza automáticamente”, afirma.


Como Juan, el croata Darko Zwingl nunca comió demasiada carne. La pobreza lo obligaba a comer granos. Cuando decidió vivir en Bolivia, le dijeron que comería abundantemente. Se imaginaba churrascos, chorizos y filetes, pero a los dos meses de consumirlos diariamente, sintió que ya era suficiente. Dejó el alcohol y el cigarrillo. “Apio, perejil, ajo y sésamo. No pueden faltar todos los días”, aconseja. Era neurótico y hoy está calmado; la agresividad desapareció y borró de su lista de compras a la leche.


Algo parecido afirma Gladys Arandia, que empezó en 1996 a cambiar su régimen. “Dejar la carne me benefició sicológicamente. En cuanto a la estética, bajó de peso y mejoró la calidad de la piel. También estaba más tranquila”, afirma. Ella es propietaria de un restaurante con el que introdujo en la ciudad el estilo bufé para la comida vegetariana. Cada persona puede servirse, además de las diversas ensaladas, granos como el sésamo, añadir uvas pasas y almendras a cada plato. Darko, curioso, se aproxima para espiar qué es lo que alguien se ha servido. Después de ver que tiene varios colores, lo aprueba. Está aplicando la regla de que mientras más colores tiene el plato, más saludable es. Se sienta y da fin con las últimas remolachas, que ha dejado a manera de postre. Charla. Bromea. Hay una energía distinta en él y en todos los entrevistados. Es como si estuvieran reconciliados con ellos mismos. Como lo diría Kafka: "Ahora te puedo ver en paz; ya no te como."

Detalles

- Las frituras, condimentos, picantes, grasas y el azúcar refinada alteran el funcionamiento del cerebro.

- Al dejar de fumar se aumenta la expectativa de vida en siete años. Al dejar la carne, 13 años.

- Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), la industria de la carne genera más gases de efecto invernadero que el sector de transporte (18%).

- La ganadería utiliza el 30% de la superficie del planeta y es uno de las principales actividades de deforestación, afirma el informe de la FAO.

- Nahim Jiménez aprendió a curar con la comida. Dice que enfermedades como el cáncer o el chagas pueden curarse con un régimen estricto. También hay terapias de naturaleza espiritual que son muy efectivas.

Para leer y luego comer
La medicina natural al alcance de todos es un libro clásico entre los interesados por la nutrición. Lo escribió Manuel Lezaeta Acharán. Es muy consultada -y criticada- la obra de Elena G. de White, Consejos sobre el régimen alimenticio.
Dentro de dos meses, Juan Jiménez compartirá sus conocimientos con la publicación del libro Vida sana. Las recetas que aprendió en 20 años de experiencia en restaurantes será volcada en ese libro. Ya le pidieron 1.000 copias.
Para empezar a practicar el vegetarianismo, Arlé Mojica recomienda siete alimentos. Todos son ‘amigos del corazón’:
1.- Nueces. Proporcionan energía al corazón. Son ricas en omega 3 y en antioxidantes.
2.- Uva negra. Tonifica el corazón y le da mas fluidez a la sangre por ser rica en flavonoides, que son antioxidantes.
3.- Chirimoya. Fortalece al corazón. Especial para deportistas por ser rica en vitaminas B1, B2 y B6.
4.- Brócoli. Es rico en vitaminas A y C. Bajo en sodio. Tiene elementos fitoquímicos que evitan el cáncer.
5.- Guineo. Muy rico en potasio y vitaminas B1, B2 y B6.
6.- Arvejas. Amigas del corazón, por ser ricas en vitaminas B, E, fósforo, proteína sin grasa saturada, hierro y calcio.
7.- Durazno. Una fórmula perfecta para la salud del corazón. Tiene vitamina A, C y E, además de antioxidantes.

Entrevista

La comida causa el 80% de dolencias
Arlé Mojica / Médico y nutricionista
- ¿Es bueno ser vegetariano?
- Es lo mejor. Hace 25 años que lo soy. El hígado tiene la capacidad de producir 3.000 miligramos de colesterol al día. El cuerpo aprovecha un 50% y metaboliza el resto. Si ingiero más colesterol, voy a subir de peso. La mayoría de los alimentos de origen animal lo contiene.
- ¿Por qué es vegetariano?
No fue por problemas de salud. Durante mi residencia en aparato digestivo, vi problemas graves. Un 70% de la gente tiene constipación. Por eso vienen las hemorroides y los problemas de tumores en el duodeno, colon y recto. También aparece la diverticulosis (pequeños saquitos en el intestino). Encontré pedazos de carne no digerida en los pacientes. Por eso cambié. Otro factor fue que soy evangélico. Dios creo el cuerpo sano, sin molestias. El cuerpo tiene dos funciones: físicas y mentales. Si mentalmente estoy bien, físicamente debo estar bien. La comida causa el 80% de las enfermedades.
- ¿Qué sustancias debemos evitar?
- Las grasas, el sodio (la sal) y el colesterol son enemigos mortales. Las grasas no deben superar el 25% de las calorías para la ingesta diaria de alimentos. No necesitamos sal, porque las verduras y cereales tienen sodio. No deberíamos sobrepasar los cinco gramos de sal al día. Eso es una cuarta cucharilla.
- ¿Qué se debe ingerir para el cerebro?
- Almendras, germen de trigo, palta y avena. Con el tiempo, el ácido araquidónico de la carne va inflamando las articulaciones.

No hay comentarios: