miércoles, 27 de julio de 2011

La llaucha” sabor ch’ukuta que se mantiene en el tiempo

¿Un desayuno con llaucha?...De norte a sur, de este a oeste...¡Quién no la probó!

No nos importa si no tenemos lugar para sentarnos o si tenemos que comer a la rápida, lo que importa es sentir el saborcito del queso caliente y derretido en la boca que nos hace entrar en calor. La llaucha es una empanada irreemplazable en el desayuno paceño, sobre todo en esta época en la que el frío se apoderó de La Paz, provoca un gustito indescriptible sobre todo cuando se la acompaña con api ó el tradicional cafecito. Sin embargo al momento de degustar esta exquisitez no tomamos en cuenta el trabajo que se realiza detrás de éstas y quién mejor que Asencia Machicado Vargas, que dedicó más de cinco décadas a la elaboración y venta de las mismas, para contarnos su historia.

Todo empezó cuando María Machicado Vargas, servía a la familia que era propietaria de la fábrica Figliozzi, muy conocida especialmente por sus marraquetas. Su permanencia en el seno de ese hogar le permitió aprender muchas tareas entre ellas la elaboración de “llauchas”. Con el tiempo María dejó ese trabajo para dedicarse a la elaboración y venta de estas empanadas que era muy apetecido por los paceños de esa época, la demanda incrementaba día a día por lo que llamó a sus hermanos menores para que la ayudaran, hasta que falleció y dejó el cargo a su hermana menor.

Asencia tenía como 15 años, le costó acostumbrarse a la rutina de su hermana pues tenía que despertar a las tres de la mañana, para iniciar el proceso de elaboración. Uno a uno, ponía los ingredientes de la masa, luego el relleno de queso y finalmente las pintaban con ají molido, queso y al horno. Para las siete de la mañana, todas las llauchas que salían de por lo menos dos arrobas de harina, estaban a la venta en el Mercado Camacho.

Por toda esa rutina diaria y por azares del destino Doña Asencia no tuvo hijos, ahora tiene 78 años pero continúa con la venta en su nuevo puesto ubicado en el sector “llauchas” del mercado Camacho, lamenta que ya no pueda elaborarlas y tenga que hacer pedidos, pues sus familiares como su sobrina Alicia Tintaya, hija de María asegura que no quiere seguir con la antigua profesión de su madre ya que se trata de una labor muy sacrificada que no deja muchas ganancias por lo que en varias oportunidades pidió a su tía que deje ese oficio sin embargo para ella no es fácil dejar el trabajo de toda se vida.

Opina una “caserita ”...

“Eran cerca a las 8:00 de la mañana, un olorcito bastante peculiar se sentía en cada paso que daba antes de llegar al mercado Camacho, cerca a la puerta vi una especie de batea de lata y encima unas empanadas bastante grandes con una cara colorada, no sabía de qué se trataba y tampoco sabía si el olor que sentí era ese, así que me animé a preguntarle a la vendedora qué era, me respondió que eran “llauchas”, como toda foránea sabía que tenía que probarlo, sin saber qué contenía y cómo estaba elaborado, así lo hice y como imagino que a la mayoría le pasó la primera vez, se me desparramó todo su contenido, lo lamente tanto porque había desperdiciado lo mejor de esta exquisitez y además me había ensuciado toda la ropa. Desde esa vez a la fecha pasaron ya bastantes años, ahora soy una caserita más de doña Asencia” dijo Carmen Vaca, oriental, paceña de corazón, quien se encontraba degustando su llaucha.

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