sábado, 8 de junio de 2013

El pan quemado y la capacidad de tolerancia

Papá llegó cansado de su trabajo. Mamá le sirvió un plato de salchichas y pan tostado muy quemado. Aunque papá lo notó, se sirvió uno, sonrió a mi madre y me preguntó cómo me había ido en la escuela.

Luego le untó mantequilla y mermelada al pan y se lo comió. Cuando me levanté de la mesa, recuerdo haber oído a mi madre pedirle disculpa por los panes tostados muy quemados. Nunca voy a olvidar lo que dijo: "Cariño no te preocupés, a veces me gustan los panes tostados bien quemados".

Al acostarme se apegó y me dijo: “Hay que comprender. Tu mamá tuvo un día muy duro en el trabajo, está muy cansada y además, un pan tostado un poco quemado no le hace daño a nadie”.

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